PORTONES DE BENAMEJÍ: Joyas de madera, hierro, espiritualidad y amor

JUAN MANUEL MORALES// Llamamos portones a las puertas de madera y forja de hierro, de una o dos hojas, que tras las de la calle encontramos en el espacio del portal de muchas de las casas con origen en el siglo XVIII de Benamejí.

Ciudades cercanas como Antequera o Lucena tienen bellos ejemplos, pero en cualquier caso han desarrollado sobre todo el portón simple de una hoja y lucana alta pequeña y centrada. En cambio Benamejí tiene tipología propia de portón: el de una hoja, con lucana corrida y flor bulbosa, con símbolo del Carmelo e iniciales familiares. Es el prototipo de portón de Benamejí, el que más se repite, una creación local absolutamente original. Apareció curiosamente cuando los portones estaban destinados a desaparecer, sustituidos por las cancelas de hierro de influencia sevillana, ya en el Modernismo de entre los siglos XIX y XX, debido a un concepto nuevo de luz y visibilidad del interior de las casas desde el exterior.
El portón primitivo, del que Benamejí cuenta también con un bello ejemplo en la “Casa Grande” de la calle de El Sol, tiene su origen en el XVIII, bajo el concepto barroco de la teatralidad, que busca la sorpresa, inundar los sentidos al abrirse el portón para descubrir un interior vedado hasta ese momento. Es un concepto éste propio también de la arquitectura andalusí, que el barroco andaluz retoma. Ese portón simple de una hoja y lucana alta centrada, redonda o cuadrada, evoluciona hacia el portón de dos puertas y doble lucana, ya del siglo XIX. Tras éste nos encontramos con el citado como propio de Benamejí, de una única puerta y lucana corrida a lo largo de todo el ancho del portón, de entre el XIX y principios del XX.
Entre los valores de los portones de Benamejí están su excelente estado de conservación general y sobre todo el elevado número de ellos; de hecho es estupendo que se conserven en la actualidad unos cincuenta portones del centenar aproximado que pudo existir. Se encuentran sobre todo en las dos calles principales de la población, Horno o José Marrón y Aguilar, coincidiendo con las casas más relevantes, y alternándose en una y otra acera. Si bien existen interesantes ejemplos en calles secundarias. No todos los portones están visibles, por estar en algunos casos en casas hoy deshabitadas o cerradas. No obstante quedaron todos inventariados en el cartel que en el 2007 se hizo con motivo del I Encuentro con Nuestro Patrimonio.

MADERA
De maderas antiguas comunes como pino rojo o de maderas frutales y raíz de olivo de bellísimas vetas están hechos nuestros portones de Benamejí, con bastidores, plafones y traseras de traviesas ensambladas. Las puertas se encuentran sobre un segundo cuerpo mayor u hoja, que es abatible a su vez. Pero destacan ante todo sus tallas, de enorme valor artístico, en especial las del portón de la casa de Antonio Arjona, el bandolero apodado “Niño y Padrino de Benamejí”, luego de la familia Villegas Lucena, que estuviera en calle Iglesia, fuera olvidado, arrancado, maltrecho y que hoy se encuentra felizmente en el Museo de Benamejí, como uno de los más elevados ejemplos de portón. Tiene ese portón unos motivos de mascarones alados neo renacentistas y cadenetas de altísima calidad. Preciosa esla talla central de rosas del portón de Encarnación Medina de calle Aguilar. Y espectacular el trabajo en madera del “portón de Jerónimo”, de calle Aguilar también, con remate y esquinas barrocas orientalizantes.
Pero lo que por encima de todo hace vibrar la madera de los portones de Benamejí es el símbolo del Carmelo, con origen en la existencia del Convento del Carmen de Benamejí, de 1682. Forman el símbolo cruces y estrellas talladas o incrustadas en la madera con la técnica moruna de la taracea. Y con esa misma técnica encontramos la fecha -1864-, a modo de remate en su “peina”, formando parte del diseño de un portón ubicado en una casa que asoma a El Paseo, epicentro de Benamejí.
Mas no sabemos aún quien hizo esos nobles trabajos en madera, pero sí que el prototipo de portón salió de talleres locales. No obstante es muy probable que el artesano de la madera “Mingorance” pudiera haber ejecutado al menos el portón único de aplicaciones de madera de la calle de Los Marqueses.

HIERRO
Las lucanas primitivas, así como las dobles y corridas son de hierro forjado. Sirven para la ventilación y para que la luz pase al interior, además de cumplir una importante función decorativa en el conjunto del portón. Lo más increíble es que no existe ni una sola igual.
Si bien es verdad que el prototipo de Benamejí de lucana única corrida se repite, pero con sus variantes: la flor bulbosa aparece sola, duplicada o cuadruplicada formando un rosetón. El único portón de doble lucana en que se da esta flor es precisamente el de la casa de José Marrón, quien da nombre a la calle. Se unen a esto aplicaciones florales de chapa metálica moldeada. El diseño de estas lucanas es puramente de estilo Modernista, de hecho pertenecen a esa época, entre los siglos XIX y XX; es decir se advierte en ellos la nueva concepción de lo decorativo bajo la inspiración vegetal, la clásica línea de “latiguillo” de las plantas y las formas bulbosas, como las que se dan también en unos balcones de dos casas modernistas de Benamejí.
Las lucanas dobles anteriores a estas, las de los portones del XIX de dos hojas, siguen una línea decorativa más convencional, menos atrevida y creativa, pero igualmente bella, con características hojas metálicas y diseños geométricos concéntricos.
Con respecto a quiénes hicieron las elaboradas y originales lucanas de Benamejí, contamos con el dato de que los Arias, en su taller de calle Feria pudieron hacer el antiguo arco de pozo que recuperamos y se expone en el Museo de La Duquesa de Benamejí. Ese arco cuenta con las mismas flores bulbosas que encontramos en las lucanas de los portones. Si los Arias crearon ese arco, pudieron crear o desarrollar las lucanas modernistas de los portones de Benamejí.

ESPIRITUALIDAD
La aparición del símbolo del Carmelo en los portones guarda relación por un lado con la pertenencia a la hermandad del Carmen del que habitaba la casa, y por otro con el posible vínculo de la casa con el Convento de Carmelitas Descalzos de Benamejí. Es posible que hasta alguno de los monjes exclaustrados tras la desamortización de 1835, lograra habitar una casa en la que quisiera afirmar su pertenencia a la orden que fundara la gran Santa Teresa de Jesús, con la incorporación en su portón del monte Carmelo, de Israel, donde vivió la Virgen, la cruz y las tres estrellas que simbolizan a María y a los profetas Elías y Elíseo. Encontramos el símbolo ubicado en la peina del portón, como remate, y también en algún caso muy singular en las puertas, también con la técnica de la taracea moruna. Tallado en madera y superpuesto, encontramos también uno de los más valiosos símbolos del Carmelo, coronando la valiosa y ya mencionada puerta de Antonio Arjona, hoy en el Museo de Benamejí. Se encuentra el símbolo revestido por una hojarasca decorativa que lo hace único.
En estos años me ha sorprendido también hallar el símbolo en una alacena y una puerta de sala baja de casas particulares de Benamejí, también en taracea y ubicado en la peina de coronación. Y es que el símbolo pareció haber aunado los significados religioso y decorativo, no sólo por su aparición caprichosa y persistente, sino por las diferentes formas que va adoptando, con alteración incluso de las formas originales del anagrama Carmelita, desplazándose en algunos casos la estrella central arriba.
Lo que sí queda patente es que más allá del significado único cristiano, la cruz del Carmelo, aparece como talismán al que se atribuye el poder de revocar lo malo a la entrada de la casa, a modo de los llamados “detente”.
Con diferente carga espiritual y simbólica y como caso único y excepcional encontramos un portón de calle Aguilar que procede a su vez de calle Ermita, con las bellas iniciales AM en una puerta y GP en otra, es decir Ave María / Gracia Plena, precioso saludo del Ángel a María sellado como bienvenida al que llega a la casa y una joya además de nuevo de taracea. También encontraremos en un portón de una hoja de esa misma calle, pero en su lucana, un Ave María, con un diseño realmente conceptual, diríamos que casi de estilo Art Déco por lo moderno y esquemático. También símbolo Mariano de la Anunciación, que funciona igualmente como bienvenida, es el jarrón de azucenas de la peina de remate de uno de los portones, también en bella incrustación de taracea.
Queda patente pues, más allá de lo decorativo o funcional, el valor metafísico y profundo de todos estos portones.

AMOR
Llevan muchos de los portones de Benamejí unas iniciales; éstas corresponden a los nombres de los dueños primeros de la casa. Aparecen pareadas, correspondiendo a las iniciales del varón y a las de la mujer, convirtiendo así el portón en un símbolo de la unión amorosa. Aparecen normalmente incrustadas en la madera de las puertas y en algunos casos puntuales en las lucanas (los casos de Antonio Arjona y su esposa Carmen Domínguez, o algunos casos de nombre único en tres de los portones de una hoja de calle Aguilar de las familias Moliz, Ariza, Medina; estos dos últimos, los únicos ejemplos además en los que la puerta invade la lucana).
De especial interés es la superposición de iniciales que vemos en un portón de calle José Marrón, que habla de varias generaciones con la coincidencia del mismo nombre masculino, JG -José Granados- y las sucesivas damas que van amando y habitando la casa –María Moyano, Concepción Leiva, …De modo que encontramos esas iniciales primero incrustadas en la madera y después pintadas sobre las anteriores. El portón del que hablamos es además el único ejemplo de lucana única corrida sobre dos puertas (lo habitual sería una sola puerta para este tipo de lucana).
Hay amor además en la cuidada ejecución y disposición de los portones, y amor en tantas vivencias y personas que los han cruzado. Amor en las nuevas historias de quienes hoy los habitan y amor finalmente es cuanto nos despiertan ahora.
Concluyamos con un recorrido ideal para conocer en una sencilla visita el conjunto de portones de Benamejí, que comenzaría en la plaza de El Paseo, junto a la Iglesia de la Inmaculada, con el bello portón prototipo de los Gómez, para seguir hacia la esquina donde se halla el portón de dos alas y único fechado, de 1864. Continuemos en la calle Horno o José Marrón, frente a la Posada, con el portón bellamente recuperado por Fuensanta, inolvidable artista, con bello símbolo del Carmelo de taracea. Veamos un poco más abajo el protón primitivo de la bonita casa de fachada de yesos de la familia Crespo Morán y dirigiéndonos a la calle Aguilar, veamos el de los Ariza, de nobles maderas y lucana bordeando la puerta, frente al Museo de La Duquesa de Benamejí; el de Jerónimo en casa en esquina, espectacular y barroco; admiremos la taracea del Ave María del bello portón de Lolita Crespo, la talla de rosas del de Encarnación Medina, el rosetón de cuatro flores bulbosas del portón de la suntuosa y artística casa de Rosario Crespo, y algo más arriba el elegante, de dos puertas y en el marco tallas de conchas de una casa ya próxima al paseo de La Grieta. Visitémoslos con respeto a la propiedad y sepamos que tras muchas puertas cerradas nos aguardan otros muchos portones de valor.
Son todos de interés y todos diferentes. No olvidemos que otras calles secundarias como Ermita, Feria, Frailes y Marqueses tienen también portones únicos. Por otra parte el Museo de Benamejí incorpora además del posible portón de mayor valor artístico, el de Antonio Arjona, dos portones rescatados del desaparecido Lagar, procedentes a su vez de casas que ocuparon ese lugar con anterioridad. También en los últimos años se han reproducido al menos tres de ellos. De hecho, desde la publicación del cartel de portones, se han localizado siete portones más desconocidos y originales.
También hay que saber que la cercana población de Palenciana, antes perteneciente a Benamejí, cuenta con varios ejemplos en la plaza de la Iglesia, incluso existe un portón primitivo en la aldea de El Tejar.
Algunos portones desaparecieron para siempre, como el de la casa del pintor Plasencia y hay calles como la del Pósito, que hoy pareciera que nunca tuvieron portones, pero sí que los tuvieron. No obstante, que queden aún muchos respalda su interés, pero aunque quedara tan solo uno de ellos, hemos de defender su valor, identidad cultural para Benamejí y su singularidad dentro del conjunto del patrimonio andaluz. Sepamos que queda mucho por descubrir de los portones que existen; sirva este texto que sumo ahora al cartel para ayudar mínimamente a su conocimiento y descubrimiento. Son fundamentales su protección en las normativas municipales y las ayudas económicas a los propietarios para apoyar de verdad su conservación.
Los portones se convierten en símbolos de un lugar noble y acogedor. Sepamos enseñarlos a quienes vienen a conocerlos, pero sobre todo conozcámoslos y aprendamos a valorarlos y respetarlos nosotros mismos.

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