JUAN MANUEL ARJONA BUENO//
Un año antes de fallecer Diego Bernuy Orense, fundador y primer Señor de Benamejí, decidió favorecer, con la donación de un hospital, a la Cofradía de la Concepción de Burgos. Desconocemos que sentimientos o motivos llevaron a Diego a tomar esta decisión, si fueron benefactores en su sentido puro, si por su espíritu humanista, si reconciliadores consigo mismo o un tanto egoístas para gozar del beneficio divino y redimir su alma; esta última es la que Diego de Bernuy manifiesta en la dádiva.
La donación del edificio con el hospital casi terminado fue escriturada a uno de julio de 1562, dice lo siguiente:
“In Dei nomine amen. Conocida cosa sea a todos los que esta escritura de donación e ordenación vieren como yo Diego de Bernuy, vecino y Regidor de esta ciudad de Burgos, señor de las villas de Benamejí y Alcalá, considerando las grandes mercedes que de la liberalísima mano de Dios he recibido y cuan abundantemente ha repartido de los bienes temporales conmigo por su bondad y misericordia y sin merecimiento mío; y conociendo que no me los ha dado para que me alce con ellos y me los gaste en mi contentamiento sino y para que los dispense como buen ministro y deseando en cuanto mi flaqueza basta reconocer tanta merced y beneficio y viendo las muchas y buenas obras y en curar pobres enfermos y en otras cosas de piedad hace la Cofradía de la Concepción de esta ciudad y cuanta falta le es para ello no tener hospital en que recoger los dichos pobres enfermos por cuya causa no pueden ser curados con aquel recaudo que se requiere y lo hacen con mayor costa y dificultad y para ayudar a tan santa obra e intención a la dicha Cofradía y porque aquella vaya adelante para loor y honra de Dios y por remedio y redención de la salud de mi ánima; propuse de edificar una casa y darla para hospital a la dicha Cofradía para que se ejecute la dicha hospitalidad y para ello compré un suelo en el arrabal de la Vega…en el camino que va al monasterio de San Agustín que alinda con la calzada que va de la ciudad al monasterio de San Agustín y a la eras de Santa Clara y…a la huerta de la iglesia de San Cosme”. Continua el documento describiendo minuciosamente las dependencias de la edificación y dice que se ha gastado 20.000 ducados y que la obra está inconclusa y para terminarla promete dar 1.200 ducados cada un año en los tres próximos… “y doy y dono irrevocablemente entre vivos a vos los señores rectores, diputados y cofrades de la dicha Cofradía de la Concepción de Ntra. Sra. el dicho suelo con todo lo que he hecho y edificado para que sea Hospital debajo del nombre e invocación de la Concepción de Ntra. Sra.”
La donación tenía unas cuantas cláusulas de reserva, destacaremos las más importantes:
-Que la Cofradía se comprometiese a bendecir la capilla mayor que estaba en la enfermería y que estuviese por siempre el Santísimo Sacramento y se administren los sacramentos de la penitencia, eucaristía y extremaunción a lo pobres del dicho Hospital y a sus moradores; y que en dicha capilla mayor sólo se pudieran enterrar Diego de Bernuy o sus sucesores y nadie más sin el consentimiento de ellos.
– “Otro sí, reservo para mí e para los dichos mis sucesores en mi mayorazgo, perpetuamente, todo el aposento alto que está sobre el zaguán del dicho Hospital para que lo podamos vivir e morar e dar morada en él gratis a quien quisiéremos con que sean personas honestas e de buena vida…”.
– “Otro sí… en la dicha casa e sitio no haya otras armas ni insignias sino las de la Cofradía de la Concepción e las mías…”
Llegó Santa Teresa a Burgos con 67 años, dolencias que apenas le permitían andar ni con ayuda, el día 26 de enero de 1582, con intención de cumplir uno de sus sueños: Hacer fundación en la Muy Noble y mas Leal Ciudad de Burgos, Cabeza de Castilla y Cámara de Su Majestad; se instaló, con siete de sus monjas, en las casas de doña Catalina de Tolosa, la gran benefactora suya que pondría el dinero para la compra del solar, futuro convento. Ante la negativa del arzobispo don Cristóbal Vela de autorizar la fundación, hasta que no tuvieran casa y rentas, la estancia se dilató y dado que la capilla de la morada de doña Catalina no estaba bendecida y por tanto no se podía administrar en ella el sacramento de la eucaristía, hecho que obligaba a las monjas a salir, a diario, a escuchar misa en las iglesias cercanas, cuestión que estaba en contra del recato e intimidad de la Orden; amén de tener que oír piropos e improperios de los jóvenes burgaleses, ante esto último el padre carmelita Gracián, que la acompañaba, echó reprimendas a la muchachada y le dijo Teresa: “Déjalos son unos chamarileros”. Les cayó tan en gracia el apodo que desde entonces lo tomaron como propio los vecinos de aquel barrio: Los Chamarileros.
El día 23 de febrero se trasladaron a las habitaciones altas del Hospital de la Concepción en el barrio de San Cosme junto al convento de San Agustín, propiedad de los Bernuy, que administraba, como tutora y curadora de su hijo Iñigo de Bernuy, la señora doña Isabel de Mendoza, moraron allí hasta el 18 de marzo del mismo año. De este aposento dijo la Santa de Ávila que se lo cedieron “Gracias a unos amigos” (Fue doña Isabel de Mendoza nuera del fundador de Benamejí, a la que conocía la Santa personalmente por ser hija de su gran amiga y benefactora doña Luisa de la Cerda, la que les cedió las habitaciones altas) y “que es un primor de modernidad y que sin salir del recinto podían recibir la eucaristía cotidiana”. Una atención que la Santa de Ávila y sus monjas apreciaban más que todos los regalos.
No de la misma opinión eran las religiosas que la acompañaban que ‘con la boca chica’ se quejaban del frío, de malos olores, de los continuos lamentos de los enfermos que ocupaban las 26 camas de la estancia inferior y de esos parásitos de color pardo amarillento y capa rayada que todas las noches se ocupaban de pastar a sus anchas en los blancos cuerpos de las monjas. Así la madre Ana de Jesús dejó caer esta frase unos años después: “las monjas veneraban los piojos”. Aclararemos que de las picaduras de este bichito y de ‘sus primos’ los chinches, en aquella época, no se libraba ni el mismísimo Rey. Consiguió ‘la Santa de Ávila’ comprar solar, permiso del Arzobispo y, al fin, edificar el convento de San José de Santa Ana.
El hecho de que Santa Teresa se hospedara en el Hospital de la Concepción fue desde sus principios recordado, ensalzado y puesto como prueba cuando los miembros de la saga Bernuy querían demostrar su linaje de cristianos viejos. Todos dicen “mi abuelo hospedó a la Santa en sus dependencias del Hospital”, sin embargo lo cierto es que la autorización partió de Isabel de Mendoza, 1ª Mariscala, viuda hacía cinco años de Diego de Bernuy Barba, 2º Señor de Benamejí; estaba doña Isabel en ese año viviendo en Valladolid, a donde se había trasladado huyendo de la peste que asolaba Benamejí y su comarca, epidemia que se llevó por delante a su esposo y a su hijo Luís.
Fue construido el Hospital de la Concepción, como hemos dicho, a mediados del s. XVI por un gran arquitecto del que desconocemos su nombre y durante todo el siglo siguiente se hicieron grandes reformas por los arquitectos más afamados de Castilla la Vieja.
Situado en las confluencias de la calle Madrid y calle Barrio Gimeno, ha tenido sus avatares históricos: En el año de 1799 se instaló en él el Colegio de Medicina y Cirugía de la facultad de su época; en los años de la invasión francesa sirvió como acuartelamiento de las tropas napoleónicas sufriendo grandes destrozos; tras las desamortizaciones de 1836 pasó a ser Hospital Militar, dependiendo de la Junta de Beneficencia de Burgos; sufre un gran deterioro durante todo el siglo XX, de tal manera que sobre el año 2000 está a punto de derrumbarse; en el año 2006 gracias a la presión de asociaciones populares de conservación del patrimonio burgalés la Universidad de Burgos junto al Ministerio de Fomento inicia su restauración que concluyó en el 2012 con un costo de 7,29 millones de euros, devolviendo al edificio todo su esplendor, siendo considerado como uno de los monumentos más importantes de Burgos y; finalmente fue cedido a la Universidad de Burgos que tiene en él una de sus dependencias. ¡Ah! Una de las joyas del tesoro de la iglesia parroquial de Benamejí es una reliquia de Santa Teresa de Jesús.