Los trabajos, que durarán varios meses, consisten en la extracción de tierra y piedras y la catalogación de todas las piezas que se van encontrando. Entre ellas destacan trozos de cerámica del siglo XIX, zapatos de época y otros objetos singulares como una cruz de metal perteneciente a una antigua bara de mando. Otra de las labores es la de la cuidadosa recogida que se lleva a cabo de los restos óseos que van apareciendo. De momento el nivel del suelo ha recuperado los más de tres metros reales originales. Se están tomando además todas las medidas de seguridad necesarias. El acceso actual es un respiradero que da al patio de la iglesia. Uno de los aspectos más sorprendentes es que el espacio se encuentra tabicado en dos direcciones, lo que significa que es muy probable que aparezcan nuevas estancias bajo otras partes de la iglesia, a las que se pueda acceder desde la cripta. Quizás nos hallemos en el camino de descubrir la mítica cripta de los Marqueses. En las obras que el anterior párroco llevó a cabo en el presbiterio, aparecieron varias oquedades en el subsuelo. Es probable que podamos llegar hasta ellas desde aquí. Hay que decir que al igual que éstas, desafortunadamente se rellenaron de escombro y se cegaron. El esfuerzo es importante. Ya se han rellenado con la tierra extraída unos seis contenedores, que han sido aportados desde la Concejalía de Cultura. Por otro lado la tierra de la que se está liberando el espacio está ayudando a solucionar los problemas de humedad de la sacristía, uno de los motivos que impulsaron esta labor. Las criptas habían sido intervenidas por última vez en la segunda mitad del siglo XX, con el levantamiento de nuevos pilares y varias soluciones de sujeción que alteraron la imagen original.
Se pretende llevar a cabo una labor de investigación paralela sobre cuál fue el destino de los restos humanos que ocuparon las criptas. Quizás en los archivos parroquiales se halle la información necesaria. Aparecen huesos sueltos, restos de cráneos, pero pocos datos acerca de los cerramientos originales de los nichos o la identidad de los que allí fueron enterrados. Hasta ahora el dato más interesante que tenemos lo encontró y publicó Josefa Fuentes: Segú Josefa, como consta en el archivo parroquial, en el año 1781, Don Benito Carreira Pro, primero de los Carreira en llegar a Benamejí, dejaba escrito en su testamento que se le diese sepultura en el “panteón común” de la iglesia parroquial.
La existencia de este espacio nos lleva a pensar en los secretos que aun esconde el subsuelo de Benamejí. Son conocidas por todos las historias que cuentan los mayores sobre los pasadizos subterráneos bajo El Paseo. De hecho alguno apareció durante las últimas obras de remodelación de éste. La existencia de otros pasadizos suena más a leyenda. Y otras veces parece que los pasadizos no son tales sino conducciones para el agua, como la que parece que existe bajo la calle de El Pilar, en dirección a ese antiguo Pilar, y al que llegaban los niños por el pasadizo en el que se adentraban por el Palacio. Lo que sí parece totalmente cierto es que aún existe un espacio abovedado subterráneo, perteneciente al desaparecido Palacio, entre el Ayuntamiento y El Hogar. Habría que plantearse la conveniencia de ponerlo también en valor. De momento, las criptas requieren todo nuestro esfuerzo, sin descuidar otras muchas cosas, como el Museo. Es de valorar la entrega tanto de las personas de la Asociación como de fuera, como José Terrón, quien pone a nuestra disposición su profesión y materiales. Estamos ilusionados y seguiremos contando nuestros avances a través de estas páginas y en el próximo y V Encuentro con Nuestro Patrimonio, que preparamos de nuevo para el mes de diciembre, con otros muchos temas y al que os invitamos.
