JUAN MANUEL MORALES
Las ideas, el esfuerzo conjunto y la correcta ejecución producen cosas buenas. Gracias al trabajo final del creador en yeso local Antonio Artacho Leiva, Benamejí cuenta con un nuevo techo artístico. Se trata de la bóveda de aristas que se ha creado en el pequeño oratorio del Cristo de la Misericordia de la Ronda, hoy un tipo único de bóveda en Benamejí. Partíamos del trazado de medios puntos y arcos carpaneles en la pared, búsqueda de centros y trazado de aristas metálicas; partíamos también de la existencia en Benamejí de bovedillas de simulación de aristas en los cuerpos de escalera, como las que hoy conserva una casa de calle Aguilar. Hubo muchas más, como la de una casa cercana en esquina con calle Iglesia, cuyo cuerpo de escalera no debió perderse nunca, pintado como estaba además por los Labrador. Encuentro en ellas una influencia clara de las de lugares cercanos como Antequera, con ejemplos de bovedillas de aristas similares en unas escaleras del convento de las Descalzas.
Sabemos gracias al investigador Jesús Romero que en ella intervino el alarife antequerano Cristóbal García, autor de la sublime cúpula del crucero y de las bóvedas de la sacristía de la iglesia de la Inmaculada de Benamejí, del siglo XVIII. Seguramente intervino o tuvo influencia en las cúpulas y bóvedas lamentablemente desaparecidas de la ermita de la Virgen de Gracia, o en las de la ermita de los Remedios, que aunque existen, deben de dejarse de maltratar con pinturas actuales, y dejarlas de momento blancas. Son todas ellas, así como las que pudieron existir en muchas casas, ejemplos irrepetibles del trabajo artístico barroco del yeso.
Por otro lado, en el mismo oratorio que tratamos, se ha creado una forma ondulante, barroca, orientalizante… como centro del frente del altar, donde irá el popular cuadro de la Misericordia, procedente de la capilla del “Panteón Viejo”. Esa forma, que se ha recrecido desde el muro, como un saliente contemporáneo plano, es un guiño a los arcos de los dinteles en yeso que tiene el Museo de La Duquesa de Benamejí, inspirados a su vez por uno que documenté de la casa original, que… no debió desaparecer, claro. En cualquier caso queda constancia del mismo y ahora que está en el Museo ha servido e inspirado completamente.
Sepamos que esa misma forma se repite en los arcos del cuerpo de escalera de la casa de “la Jueza”, en calle Aguilar, que sí se conserva íntegra y que debe mantenerse y llegar a disfrutarse, como el templo a la creación que es. Mientras seguimos trabajando y se consigue concienciar del valor de todas estas formas locales originales, disfrutemos desde la visión contemporánea con su recreación. Por otro lado se ha hecho uso de la luz abriendo el pequeño rosetón original de la fachada, en forma de cono, haciendo que la luz potencie los volúmenes de la bóveda. Según el diseño planteado se pintará en blanco limpio la bóveda, así como se recuperará en las paredes el siempre sorprendente verde característico original.