Blasones, escudos y emblemas de Benamejí

JUAN MANUEL ARJONA BUENO.
El estudio de los escudos de una población nos da datos muy precisos sobre los apellidos de los propietarios, primeros moradores, constructores de los edificios o monumentos sobre los que están colocados y patronos de iglesias y ermitas. Se representan cincelados en piedra, fundidos en metal, pintados u otros medios. También a falta de documentos escritos nos facilita fechar, con poco margen de error, la construcción de dichos monumentos o su principal reforma.
La simbología que se emplea al definir las armas de un linaje es diversa, abundando los ‘signos parlantes’, o sea, inscripciones de afinidad fonética con el apellido del titular.
Diego Bernuy Orense de la Mota compró Benamejí en 1548 al emperador Carlos V. Las armas de sus apellidos las podemos contemplar claramente definidas en el escudo (Foto 1) que este señor hizo colocar en su casa fuerte de Tomillos -dehesa colindante con Ronda comprada en 1539-. Es el primer escudo de la estirpe Bernuy en Andalucía. Vemos en su lado derecho dos barcas sobre olas. Los Bernuy descendían del linaje de Santo Tomé de Zabarcos -pueblo de Ávila-, de ahí el empleo de los barcos o barcas como símbolo parlante de las armas de su padre. En la parte izquierda vemos un puy (monte o mota) con flor de lis coronándola y debajo un león rampante -linaje Orense de la Mota-. Son las armas de su madre Isabel Orense de la Mota.
Las mismas armas muestran los hermosos escudos colocados en ambos lados de la clave del arco principal del puente de Benamejí (Foto y dibujo 2). Idéntico blasón presidía la fachada principal de la casa solariega o Palacio de Benamejí (Foto y dibujo 3); después tras una reforma colocaron los que ahora están en la fachada del Ayuntamiento y el inicial fue relegado al lateral que daba a El Parque. También con las mismas armas había cuatro en las pechinas de la cúpula del desaparecido palacio (Foto y dibujo 4), y otro en el florón central. Estos primitivos blasones del puente y Palacio son casos únicos en la heráldica cordobesa y raros en la andaluza pues están inclinados ‘terciados a la Valona’, a más se presentan timbrados por un yelmo y en la cima un águila, y el linaje Orense de la Mota está dimidiado, o sea, dividido en dos cuarteles.
Estas variedades compositivas son procedentes de Francia de donde eran originarios los Bernuy.
Las construcciones, puente y palacio, fueron sufragadas por este señor, ejecutadas bajo la dirección y proyecto de Hernán Ruiz II y acabadas en la década de 1550.
El segundo señor, hijo del anterior, Diego Bernuy Barba casó con Isabel Hurtado de Mendoza y de la Cerda. Fue Isabel la primera que gobernó Benamejí in situ por la prematura muerte de su esposo. Mandó Isabel construir, en la década de 1580, la fuente abrevadero de El Pilar y en el monolito de la cabecera cinceló sus armas (Foto y dibujo 5): las barcas de su esposo -Bernuy- a la derecha y las franjas formando triángulos convergiendo sus vértices en el centro y a los lados el anagrama Ave María -linaje Mendoza-, a la izquierda.
Como nota aclaratoria diremos que las modestas barcazas, con sus remos, sobre olas y rodeadas de ocho veneras o conchas -emblema de los Bernuy- se transformaron en galeones con arboladura y velas, algunas veces, desplegadas a partir de la pifia cometida por los hermanos García Garraffa que, en su conocida “Enciclopedia Genealógica y Heráldica…”, las reprodujeron así. Las modestas barcas o barcos naufragaron por este lamentable error; emergiendo los orgullosos navíos que se han repetido, transmitido y llegado hasta el escudo oficial de nuestra villa.
Otros dos escudos que, embellecieron la casa solariega de los Bernuy -El Palacio-, ahora están en la fachada del Ayuntamiento (foto 1). Están esculpidos sobre mármol blanco de Pedrera y, por similitud con otros documentados de nuestro entorno, materializados por maestros canteros de la misma Pedrera, Jilena o Estepa. Ambos son idénticos en cuanto a las armas que muestran así como a la decoración que los rodean. Estos blasones, por las inscripciones cinceladas en ellos, los podemos atribuir -encargo y sufragación- a Iñigo de Bernuy Hurtado de Mendoza que contrajo matrimonio con María de Quesada y Benavides, tercer señor de Benamejí, y fijar la fecha en torno a los años 1610-1630. Son de boca española y están cuartelados en cruz. En el flanco de la diestra muestran las armas de los padres de él: los Bernuy -dos barcas sobre olas y seis veneras como orla en el cantón del jefe (arriba) y en el cantón de la punta (abajo) los Mendoza -triángulos convergiendo en el centro con el anagrama Ave María-. En el flanco de la siniestra están labradas las armas de los padres de su esposa: en el cantón del jefe (arriba), las armas de los Quesada -cuatro bastones o palos cargado cada uno de seis armiños (pieles de este animal) y alrededor como orla o bordura el anagrama: POTIUS MORI QUAM FOEDARI -Preferiría morir antes que deshonrado- y en el cantón de la punta (abajo) el linaje Benavides -león rampante coronado y bandado, barrado de tres franjas verticales-.
Estos escudos, comentamos en el artículo anterior, sustituyeron a otro u otros similares a los que hay en el Puente de Hernán Ruiz en la fecha indicada anteriormente (1610-1620). Sin embargo, sometidos a un estudio más profundo y pormenorizado, nos revelan que éstos no son los que Iñigo de Bernuy encargó. Esgrimimos estas dos razones. Primera la corona que los timbra es indeterminada, no corresponde a marqueses, y está sobrepuesta no está tallada en el mismo bloque de piedra que el resto del escudo. En segundo lugar la decoración de rica hojarasca que rodea las bocas de los escudos corresponden a una ornamentación claramente barroca de sobre mitad del siglo XVIII, (1750).
¿Qué pudo ocurrir? Pensamos que, como hemos dicho, Iñigo de Bernuy mandó colocar unos escudos con sus armas y las de su esposa. Éstos tendrían las mismas inscripciones que los actuales pero con una decoración más simple, menos ostentosa, más hierática de estilo manierista. Transcurridos 120 o 130 años, su biznieto tercero, Fadrique Iñigo de Bernuy Altamirano, octavo señor y cuarto marqués de Benamejí, que gobernó en una época de auge económico ordenó sustituirlos por éstos de más riqueza ornamental, más opulentos y más acorde con los tiempos; o porque los existentes estaban deteriorados. Mantuvo las armas de sus terceros abuelos y la corona del timbre que a las claras corresponde a otra época decorativa.
Fadrique Iñigo, IV marqués, y su hijo y sucesor Juan Bautista de Bernuy Fernández de Henestrosa aprovechando el esplendor económico de su etapa (mediados del s. XVIII), les dieron un empujón constructivo, casi definitivo, a la iglesia parroquial contratando al prestigioso arquitecto-alarife antequerano Cristóbal García que dirigió la obra del crucero y cúpula, la capilla sacramental, la sacristía y acabado de la torre desde el cuerpo del reloj hasta su ábside. En la cúpula de la capilla del sagrario y en las pechinas de las bóveda de la sacristía (foto 3) se pintaron los escudos -sólo queda uno- con las armas de aquellos terceros abuelos para mantener el prestigio del rancio linaje y rememorar los mayorazgos heredados, eso sí, ya timbrados con la corona de marqués y acolados con la cruz de la Orden de Calatrava concedida a Juan Bautista, V marqués, en 1749.
Hay tres escudos (foto 2), cincelados sobre bellos mármoles rojos de la Sierra de Cabra, que son poco conocidos incluso por los benamejicenses. Nos referimos al que hay en el zócalo del retablo de San Rafael en el lado del evangelio de la parroquia de la Inmaculada, al del pedestal del retablo de San Blas en este caso en el lado de la epístola y el existente en el cuerpo inferior del presbiterio de la ermita de Ntra. Sra. de los Remedios. Son de igual simbología que los anteriores descritos excepto que el cuartel del flanco siniestro está cuartelado a su vez (contraacuartelado) representando las armas del linaje Barba: 1º y 4º castillos; 2º y 3º calderas. El flanco diestro tiene una bordura de conchas y el siniestro en el cantón del jefe (arriba) la inscripción de los Quesada -POTIUS MORI QUAM FOEDARI- por orla; el cantón siniestro de la punta (abajo) por bordura muestra las armas imperiales: águila imperial y león rampante coronado.
Podría pertenecer el mandato de su colocación a cualesquiera de los marqueses desde el primero Jose Diego de Bernuy hasta el IV Fadrique Iñigo. Nos inclinamos a que fue Fadrique Iñigo porque a éste le disputó, con pleitos de por en medio, su tío Juan Bernuy Mendoza y Zapata, que fue prior, dignidad y canónigo de la Santa Iglesia Metropolitana de la ciudad de Granada, los derechos de sucesión de los mayorazgos fundados por esa lejana abuela que fue Guiomar Barba. Fadrique Iñigo gano ante los tribunales. Guiomar Barba dispuso en su testamento que sus mayorazgos fueran a parar donde su marido dispusiese y éste dijo: “Es mi voluntad que no pueda suceder este mayorazgo persona alguna de Orden ni religión”. Por este hecho Fadrique Iñigo, o su hijo, quiso simbolizar la herencia legítima de su quinta bisabuela.

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