JUAN MANUEL MORALES
¿Cuánto tenemos de árabe? La cultura árabe y sus bondades, están profundamente ligadas a esta tierra. Para comenzar, el mismo nombre de Benamejí es una derivación de las palabras árabes HISN BANI BASHIR, que quiere decir EL CASTILLO DEL HIJO DE BASHIR, de ahí además la importancia de salvar las restos que aún se conservan de ese castillo, insisto…
Los modos de una cultura nunca se van del todo. De hecho vivimos un retorno a LAS HUERTAS DEL RÍO, una herencia andalusí; se conservan además LAS NORIAS -el estudioso local J.M. Arjona Bueno, ha documentado que en tiempos de Diego de Bernuy se hicieron nuevas y se repararon las “ya existentes”-. Se encuentran en la zona del Genil, del Castillo, infinidad de restos cerámicos y arqueológicos de tiempos de Al-Andalus, que custodiamos para el Museo, como LA HEBILLA DE BRONCE, con calado y decoración a buril y con preciosa estrella en lacería. Fue donada por José Velasco, que la encontró por el Castillo de Benamejí y la conservaba en Málaga para ofrecérnosla.
En lo literario trata el Benamejí árabe el inmenso Calderón en su obra de teatro LA NIÑA DE GÓMEZ ARIAS, del siglo XVII, que ubica la acción en el siglo XV en el Castillo, con su alcaide moro, y con músicos andalusíes que cantan a la obra dentro de la propia obra, un recurso literario interesantísimo. Creo que tiene un inmenso potencial para llevarla hoy al teatro, como hizo Marquina con Margarita Xirgu, en el año 22 en el Teatro Español de Madrid.
Tras la Edad Media, con el paso de este territorio de árabes a cristianos una y otra vez hasta la conquista cristiana definitiva en 1410 con la conquista de Antequera, llega el Renacimiento, y con él, a partir de la Carta Puebla de Diego de Bernuy de 1548 el PALACIO RENACENTISTA DE BENAMEJÍ. Era un momento en el que el sentir árabe estaba tan cercano que hasta artesanos árabes trabajaban directamente en esos palacios renacentistas: los mudéjares, musulmanes que permanecieron viviendo en terreno conquistado por los cristianos; de ahí que se utilice ese término para designar la arquitectura cristiana con rasgos árabes. Cuentan, y se ve en los planos, que EL PALACIO DE BENAMEJÍ TENÍA ARTESONADOS MUDÉJARES. Y se conserva hoy UNA PUERTA DE IMITACIÓN DE TARACEA MORUNA, que procede del Palacio. Contaba el genial pintor José Labrador, que el artesonado del Palacio donde estaba esa puerta tenía los mismos motivos decorativos.
Pero si hay un símbolo aquí de la herencia cultural árabe, es la TORRE de Benamejí, que podríamos decir, que es “medio mora”; aunque es posterior, de estilo barroco, de 1767, tiene aires mudéjares, por su ladrillo visto y sobre todo por sus ARCOS POLILOBULADOS DEL CUERPO DE LAS CAMPANAS, propios de la arquitectura califal -en la mezquita de Córdoba encontramos los mejores ejemplos-. Los yesos decorativos de la sacristía, la estrella central de la cúpula del sagrario, la cúpula del crucero de la iglesia, son sin duda un hacer heredado del mundo andalusí o que se inspiran directamente en él.
Encontramos también en la iglesia, en la oculta “PORTADA DEL CORDERO”, en la clave de su arco, una PEQUEÑA ESTRELLA MORA de ocho puntas -a diferencia de las judías que tienen seis-. Quisiera recordar que el SAGRARIO del mismo templo tenía unas PUERTAS BARROCAS espectaculares, DE LACERÍA mudéjar -muy de la zona; visítense las espectaculares puertas de lacería del sagrario de San Mateo de Lucena. Las del Sagrario de Benamejí podrían reproducirse, existe documentación de las mismas. Sí se conservan, gracias a la conciencia de Carmela Pedrosa, otras PUERTAS DE LACERÍA, barrocas, de inspiración andalusí, y de inmensa categoría artística; proceden del Convento de Carmelitas de Benamejí. De todo cuanto de él desapareció, se mantienen también los ARCOS DEL CLAUSTRO DEL CONVENTO. Comencé a llamarlo así, “claustro”, patio porticado, nada más descubrir que se trataba de ese espacio, del que quedan cuatro de los OCHO ARCOS DE HERRADURA ORIGINALES, propios y únicos de la arquitectura hispano musulmana. Mercedes Mudarra, de Delegación de Cultura de Córdoba, en una visita requerida junto a María José Montes como concejal de cultura, apuntaba además hacia un origen incluso anterior al mismo convento, por su impronta de “patio de abluciones”. Como curiosidad, anotar también que un pequeño cortijo a orillas del Genil, cerca de la Noria del Castillo, tiene una ventana popular de herradura.
El oratorio del CRISTO de la MISERICORDIA, que ahora estamos rehabilitando, aunque es un edificio del siglo XX, sigue reflejando lo andalusí; me hace pensar en la Medina de Fez, en Marruecos, por el blanco de su fachada, y su cerámica verde en los tejados, piñas en nuestro edificio. Blanco y verde, que queremos respetar, eco de nuestra bandera, blanca y verde… “Una verde bandera, que se ha hecho de la aurora blanca un cinturón, despliega sobre ti un ala de delicia. Que ella te asegure la felicidad al concederte un espíritu triunfante”. Este preciosidad de poema dejó escrito el poeta de Acci, hoy Guadix, Abu Asbag Ibem Argem, en el Al-Andalus del año 1091.
Volviendo a las PIÑAS, son un SÍMBOLO de UNON, en el mundo andalusí, y son habituales en remates cerámicos en edificios, y sobre todo en su origen aparecen en las pilas bautismales, ya cristianas pero con decoración árabe, como la del Museo de Antequera, del siglo XV, síntesis perfecta entre lo árabe y lo cristiano. Pues bien, en Benamejí, LAS PIÑAS OCUPAN UN LUGAR DESTACADO EN LOS ARCOS DE SUBIDA DE ESCALERAS DE LAS CASAS BARROCAS, como remates colgantes en el encuentro entre los arcos; son árabes en su simbología y un recuerdo sin duda de los mocárabes de los artesonados y cúpulas de yeso de los palacios andalusíes. Deben de mantenerse los originales que aún quedan en casas como la de la entrañable “Frasquita Fernández” de calle Aguilar. Hoy se han reproducido en madera en la casa de nueva construcción de Juan Morán.
Y quedándonos con esos ARCOS DE LAS SUBIDAS DE ESCALERAS, algunos de ellos tienen formas ORIENTALIZANTES, como los de una casa de calle Iglesia que nunca debiera de haberse destruido; la documenté en su momento, y podemos comprobar así sus similitudes con los fabulosos arcos de la antigua casa de “La Jueza”, de calle Aguilar, que se mantiene íntegra. Sepamos que también las esquinas del portón de Teresa Arjona, de calle Aguilar, son orientalizantes. Y es que en la arquitectura popular que conservamos del barroco, hay mucho de árabe: los portones no son más que el reflejo del misterioso mundo andalusí, que mantiene el interior vedado hasta que se pasa dentro, o los patios ajardinados andaluces, o las CELOSÍAS de las rejas barrocas, como las que conservan varias casas de calle Aguilar, o las ALACENAS, con sus respiraderos de celosías estrelladas.
Más allá del eco de lo oriental en el barroco, en el siglo XIX a la vez que surge en Inglaterra el estilo Neogótico, aparece en España el estilo NEOMUDÉJAR. Es la época de construcción del teatro neomudéjar de Cádiz, el famoso Teatro Falla, y es el motivo por el que en Benamejí, encontramos también en la casa de “la Jueza” el magnífico TECHO CON LACERÍA PINTADA, hecho por pintores antequeranos, o más adelante, ya a principios del XX, las TELAS DEL ZÓCALO CON ESTRELLAS MUDÉJARES, del pintor local Francisco Labrador Moreno, del recientemente demolido oratorio del Ecce Homo, del que conservamos un interesante fragmento. Debió de ser espectacular también el PORTAL DE LA CASA DEL ALCALDE DON SALVADOR, en calle Horno. Me cuenta el pintor decorativo Juan Gómez que era de estilo “moruno”; en Aguilar hay un portal así, que me hace pensar que el de Benamejí pudo ser similar. Los SUELOS DE BALDOSERÍA HIDRÁULICA también demuestran el gusto por lo andalusí, en casas como la desaparecida de la pintora Rosario Nieto, o en la que se conserva en esquina de calle Aguilar con calle Portada, con preciosas losas con almenas con “merlones”, como los que rematan el perímetro de la mezquita.
En la Andalucía de principios del XX, además de mantenerse el gusto por lo oriental tras el Neomudéjar, la exposición Iberoamericana del año 29 de Sevilla, puso de nuevo de moda ese estilo, con el llamado “regionalismo andaluz”. De fechas cercanas, años 40-50 son los patios con azulejería sevillana y FUENTES CON FORMAS DE ESTRELLAS ÁRABES, como las del patio de la casa Velasco-Plasencia de calle Iglesia, o de los Paredes-Marrón de calle Horno o José Marrón. Y tienen la misma forma de esas fuentes las VENTANAS DEL EDIFICO DE LOS CAÑOS, o las que Francisco Bueno diseñó, como la del interesante TORREÓN DE LA LUZ DE LA MOLINA.
A mediados del siglo XX hubo una tendencia historicista en las artes; en lo literario, en Benamejí el sin par ANTONIO NIETO DELBOY recogió leyendas y escribió historias de tiempos de los moros, un legado aún por descubrir. Existen estudios históricos sobre el Benamejí musulmán, de JUAN BERNIER, en el 80, y de A. ARJONA CASTRO, para las Actas de las Jornadas de la Real Academia de Córdoba en Benamejí, en el 96.
En lo antropológico, hasta hace poco las jóvenes hacían BORDADOS CON MOTIVOS ÁRABES. He encontrado un paño para tapar un “porrón” hecho por una de las hermanas Arroyo, hijas de la entrañable Pepa, de calle Feria. Por su parte, las costumbres en la cocina, aunque van cambiando mantienen aun hoy su esencia mora, en los dulces como los PESTIÑOS y en muchos de los guisos actuales. Incluso hay en el cementerio un PATEÓN CON MONOLITO DE BLANCA CUPULILLA MORA.
El BAR SINGILIS, que sigue siendo uno de los locales de ocio más famosos de Benamejí, mantiene el nombre del Genil en árabe, magnífico acierto de José Martín, “Poro”, además de taraceas en la barra de estilo moruno de Francisco Bueno. Hoy incluso, con el fenómeno de las migraciones, hay vecinos árabes en Benamejí, y no es extraño ver a algunas chicas ataviadas con el velo, lo que hay que intentar comprender y respetar.
Y sería impropio cerrar este texto sin una reflexión y muestra de consternación, por tantas muertes en el mundo árabe, como la de JALED AL ASAAD, DIRECTOR DEL SITIO ARQUEOLÓGICO Y MUSEO DE PALMIRA EN SIRIA, ejecutado por terroristas el 18 de agosto de 2015. Nos toca además porque el GRUPO DE DANZA MARQUESA DE BENAMEJÍ viajó a Siria en 1993 y actuó y visitó esos lugares, ahora desolados.
No perdamos la ilusión por esa “ALIANZA DE CIVILIZACIONES”, ni el respeto por lo que tiene de maravilloso el mundo árabe, ni olvidemos lo similares que somos y todo lo bueno que podemos hacer. Es obvio el valor de lo árabe en Benamejí, emocionante, perfectamente compatible y fusionado con todo lo demás. Pero es que por otro lado, personalmente la música turca o la iraní me emocionan. Invito a la emoción. Ojalá pase la sin razón, ojalá triunfen el conocimiento, el corazón.