CARMEN APARICIO. Sólo cuando viajas fuera y convives con otras culturas, eres aún más consciente de lo poco que valoramos lo que nos rodea. Estos días paseando por Londres mi curiosidad me lleva a observar las costumbres y “manías” de las personas a mi alrededor. Hoy es Inglaterra, pero no sólo aquí he podido comprobar que admiran nuestros productos más que nosotros mismos. Te paseas por los lineales de los supermercados y nuestros vinos están a primera vista, más accesibles que el resto de procedencias.
Cuando las personas se dirigen a la caja a pagar, de cada diez, ocho llevan una botella de vino, no me ha ocurrido en un solo supermercado, he hecho la prueba en diferentes categorías. Teniendo en cuenta que estamos en un país donde la cultura de beber cerveza está muy arraigada y hay lugares – muchos- exclusivos para ello, el vino juega un papel muy importante. Están expuestos a la vista de todo el que entra a restaurantes y pub, apareciendo en primer lugar el español y seguido por el chileno y el italiano. España en el siguiente orden exporta a Reino Unido un porcentaje elevado de vinos, siendo el primero Rioja, seguido de Cataluña y en tercer lugar y de forma muy curiosa tenemos el País Vasco. He buscado en tiendas especializadas, restaurantes, páginas de venta on line inglesas … vinos andaluces, poco puedo consumir aquí de vinos de Andalucía.
Finalmente y con ayuda de un amigo, consigo poder tomar un amontillado en una taberna vasca. No es mi interés de consumir sólo producto andaluz y menos estando fuera de Andalucía. Es más adivinar dónde está el problema para que nuestras joyas enológicas no estén más al alcance de todo mortal. Debemos hacer un esfuerzo mayor para vendernos en el resto del mundo. Quizás en otros lugares que aún no he visitado pueda comprobar que esto ya está ocurriendo. Si leemos revistas del sector, noticias del mundo de vino, podría tener todos los datos para escribir un artículo, pero prefiero lanzarme a la calle y descubrir por mí misma y tener mi propia apreciación de la realidad. Me ha gustado ver a la gente en las terrazas, en los restaurantes, incluso en los parques jugando a la petanca, que llevan sus copas y consumen vino. En España aún creemos que el vino sólo se puede tomar con carne y sentados en un restaurante, dónde además tenemos la sensación de que nos van a cobrar una pasta por ello. Sigue resultando curioso que además tenga un periodo de consumo muy marcado, que en verano huyamos de tomar un buen vino tinto, una manzanilla, un generoso o incluso cavas y espumosos que tan agradables son los días de calor. Una amiga muy querida me enviaba el otro día una foto de su merienda favorita… una copa de vino de Ronda y unos bombones de chocolate.
El vino a diferencia de la cerveza es una bebida muy versátil que ha abandona su encorsetamiento para mezclarse con otras bebidas sin que sea sacrilegio. Podemos tomar coctelería con base vinos generosos, vermut, vinos gasificados fresquitos e incluso vinos con bebidas gaseosas. Pidiendo que en breve se nos libre del mortal calor al menos en las estaciones de otoño e invierno, os invito de nuevo a la reconciliación con la eterna bebida de uva. ¡¡¡Salud!!!